Actualmente, más de 2.000.000 de sexagenarios y 850.000 octogenarios viven solos en España. Cifras bastante alarmantes, ya que, además, muchos de ellos son diagnosticados con alguna enfermedad degenerativa. Lo que nos desvela una comunidad desatendida física y emocionalmente. Un problema que no sólo afecta sus vidas directamente, sino que además representa un gran coste para la economía del país. Pues son muchos los incidentes registrados en la salud publica debido a caídas, medicamentos no administrados correctamente y enfermedades no atendidas, que pudiesen ser fácilmente descartados con algo de compañía.

Por lo que, la presencia de un cuidador, se vuelve una necesidad apremiante. El cuidador, no sólo cumple la función de supervisar el estado del paciente; sino que, en ocasiones, más que un empleado se convierte en un amigo, un confidente, una persona en quien desahogarse y compartir afecto. Una relación donde hay más de un beneficiado. Puede que la situación, lleve a algún familiar a desempeñar este rol, pero no debe ser subestimado, pues no sólo es una responsabilidad, sino que conlleva una serie de cambios en el estilo de vida que, de no poseer las herramientas adecuadas, puede convertirse en un problema aún mayor.

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