Con el avance de la edad, comenzamos a perder capacidades físicas importantes como la visión y los reflejos, y en ocasiones la modificación de la postura altera nuestro centro de apoyo y equilibrio, por lo que nos volvemos más vulnerables y a la vez propensos a sufrir caídas. Los tiempos de recuperación en un adulto mayor suelen ser más extensos e inciertos, ya que el accidente puede conllevar otras complicaciones de acuerdo a la patología de cada individuo; por ejemplo, si posee problemas de cicatrización, coagulación, osteoporosis, esto por mencionar sólo factores físicos. Pero una caída, por simple que sea, puede desencadenar una serie de complejidades que incluso podría llevar a una inmovilidad indefinida, lo que se traduce en pérdida de calidad de vida.
Por esta razón, es clave conocer cómo prevenirla, y así, evitar no sólo los daños externos sino también los psicológicos, como el temor, la ansiedad e inseguridad que puede experimentarse tras ella.
Primeramente, debemos ser conscientes que las habilidades de los adultos mayores son diferentes a las nuestras y aunque convivamos en el mismo hogar necesitan un ambiente mucho más seguro. Con frecuencia, los cuidadores se vuelven una mano amiga, que les acompañan y prevé estas situaciones, sin embargo, eliminar los factores de riesgo con soluciones simples como despejar pasillos, quitar alfombras sueltas, mantener siempre al alcance su bastón o andadera, mejorar la iluminación, colocar anti resbalantes y ofrecer puntos de apoyos en el baño y ducha, pueden brindarle mayor seguridad en su andar por la vivienda.